EL «GRAN REINICIO»

 


Lo llaman también “the Kabal”, la cábala. Sería, la cábala, una organización mundial conformada por CEOS de las más importantes compañías, líderes o ex líderes políticos, personajes del mundo académico, billonarios, ideólogos, activistas medioambientales, burócratas de organismos internacionales, etc.

Heterogénea en su composición, se la imagina sin embargo homogénea en sus acciones; heterogénea también en sus ideas, igualmente se supone tras ella, alimentándola, una agenda doctrinaria con propósitos específicos. Sus objetivos serían de escala planetaria y su objeto reorganizar de arriba abajo la vida humana en la Tierra. Para ese fin tal organización fantasmagórica, clandestina, secreta y manipuladora llevaría a cabo, haciendo uso de sus múltiples poderes, un “gran reseteo” o re-inicio. Aun más, se sugiere o propone una fecha: 2030. Ante esta fecha quienes creen en la existencia de dicha Cábala alientan más o menos las mismas emociones de horror o de ansiedad que los habitantes del mundo feudal europeo sintieron cuando se acercaba el año 1000.

¿En qué consistiría el “Gran Re-inicio”? 

En lo siguiente: modificar la totalidad de los parámetros de la vida económica, política, cultural y racial de la humanidad. Para eso se requeriría, primero, destruir casi todo lo existente. En su aspecto ideológico dicho esfuerzo de demolición previo tomaría la forma de lo que hoy se llama “cancel culture”; en su aspecto demográfico lo sería el tolerar y estimular emigraciones masivas de población; en el económico, controlar estatalmente en grado mucho mayor la actividad productiva; en su aspecto social, forzar con leyes, sanciones y presión “ciudadana” el ingreso masivo a las estructuras del poder y privilegio de cuotas raciales, sexuales y de género; en el ambiental, bajo la bandera del “calentamiento global”, determinar la dieta debida, la comida prohibida, el consumo indebido, la energía excluida. Con todo eso se pretendería regular cada aspecto de la vida humana hasta conformar una nueva sociedad o civilización habitada por un “hombre—y mujernuevo”. El “reset” sería entonces el acto de desechar las prácticas y valores de prácticamente la totalidad de la historia humana hasta la fecha y partir de cero.

Esa, pues, sería la cábala, ante la cual cabe hacerse dos preguntas muy sencillas pero esenciales: primero, ¿existe dicha organización secreta, mundial? Segundo: de existir, ¿son esas sus intenciones?

Para muchos terrícolas dicha organización indudablemente existe y esos son sus objetivos. Para dar prueba de su realidad señalan un sinnúmero de eventos, incluyendo declaraciones de príncipes, meetings de líderes mundiales, iniciativas de billonarios enzarzados en siniestras acciones, reuniones secretas, foros misteriosos, intromisiones creciente de la ONU y sus sucursales burocráticas internacionales en los asuntos internos de los países, etc. Para otros tantos, en cambio, se trata de una teoría conspirativa psicótica ideada por lunáticos e ignorantes. 

¿Cuál de ambas opciones es la verdadera?

Ninguna. Ambas, la que afirma y la que niega la “Cábala”, asumen implícitamente que de existiro no existirse estaría haciendo referencia a un cuerpo organizado y claramente distinguible, empíricamente tangible como lo es, por ejemplo, la General Motors o Amazon o el Pentágono. Dicha existencia corporativa altamente organizada, visible, casi con personalidad jurídica, con sedes administrativas, sucursales y un organigrama, obviamente no existe; tampoco hay una unidad programática, doctrinaria, que sea coherente y a la vista de todos en la forma de una suerte de “Manifiesto Comunista” o el “Evangelio según San Juan”. Las posturas que proponen la existencia de la “cábala” o que la niegan y consideran ser aquella una teoría conspirativa demencial, yerran por igual al partir tácitamente de la suposición que dicha Cábala tendría un notorio nivel de existencia como entidad particular. Ambas opciones son contrapuestas, pero comparten la misma concepción simplista al confundir lo que pudiera ser un ente colectivo dotado de tal o cual doctrina con un movimiento y/o estado de ánimo, que no tiene ninguna de ambas cualidades; un movimiento no es una organización sino una constelación o conjunto de grupos o cenáculos diversos interactuando en similar territorio de aspiraciones y que además no necesariamente comparten un evangelio y menos una catequesis.

La “Cábala”, entonces, existe y no existe. No existe si se la supone un cuerpo organizado y articulado de actores institucionales, políticos, económicos, mediáticos, etc., que bajo una dirección central intenten empujar la historia humana en cierta dirección. Pero  existe si con esa denominación hacemos referencia a una heterogénea e inarticulada constelación de individuos y colectividades que, con variados grados de poder e influencia en muy distintas áreas de la vida, consideran que el actual modo de vida de la humanidad es ya inviable y por tanto se requiere una radical trasformación en todos los aspectos de la vida humana, por lo cual, a partir de esa convicción, empujan en dirección de un cambio masivo, cada uno desde su propia postura, posición, intereses e ideas. Entre esos esfuerzos individuales de diversa cualidad y cuantía hay, a veces, grados variables de coordinación, pero en ningún caso esa vaga, confusa y en todo caso indefinida meta tiene una expresión ideológica absolutamente determinada que unifique y permita y promueva una cooperación en vez de una simple marcha en paralelo de emprendimientos distintos y a veces hasta opuestos.

No es por primera vez en la historia humana que emerge un fenómeno global de esta naturaleza, como tampoco por primera vez los testigos presenciales, sus contemporáneos, intentan capturarlo conceptualmente atribuyéndolo a las acciones de una sociedad conspirativa. En todos esos casos esa sensación, la de existir una conspiración gigantesca para cambiar el mundo, nace de un real agotamiento de las capacidades creativas de la civilización imperante y con eso, en necesaria compañía, de una sucesión de crisis en todos los aspectos de la vida y que la hacen cada vez menos viable, tolerable. En tiempos así brotan de todas partes no sólo quejas sino propuestas, credos, religiones, mesías, revelaciones, planes, iniciativas, etc. y su sólo número, la abundancia de estos emprendimientos intelectuales y emocionales nacidos de la crisis, hace parecer como evidente que se está revelando ante el mundo una confabulación universal dirigida por un grupo determinado de “illuminatti”.

A fines de la antigüedad clásica ese grupo considerado como “master mind” fue el movimiento cristiano que eventualmente terminó triunfando y permeando la cultura clásica con sus preceptos. En el siglo 18, cuando el régimen monárquico manifestaba ya claramente sus déficits y perdía su legitimidad, surgieron también infinidad de proposiciones filosóficas, literarias, etc. que dieron lugar eventualmente, en un proceso cuya inicio puede fecharse en 1789 y su finalización en 1918, al derrumbe de ese sistema. También en esa época de tribulaciones, la sensación de crisis y las proposiciones de cambio dieron lugar a la idea de que detrás de todo había un grupo de conspiradores, en este caso los masones.

No es distinto hoy. Es innegable que el modo de vida contemporáneo basado en el crecimiento de las actividades industriales, el consumo cada vez más masivo de productos naturales, los grados de marginalidad social a que ha dado lugar el avance tecnológico, las dificultades de los Estados nacionales por controlar a sus poblaciones o su suerte en el escenario mundial, los medios digitales que instantáneamente comunican entre sí cada rincón del mundo y esparcen novedades, ideas, revueltas, quejas y movimientos, todo eso es ya inmanejable en el contexto de los actuales sistemas de producción, distribución del poder, legitimidad de la autoridad, relaciones internacionales. Esa insuficiencia se vive como crisis y la crisis se encara no sólo con los crecientes sentimientos de malestar sino con proposiciones provenientes de todas partes. Algunas de estas coinciden, otras siguen cursos paralelos, divergen o hasta se oponen, algunas se coordinan entre sí y otras no, pero en medio de este escenario inmensamente heterogéneo se configura un cuadro masivo de disidencia que en el afán natural de entenderlo del modo más simple posible es achacado a la acción de una conspiración particular. Esto es, ni más ni menos, la “cábala”. [Columna: La CábalaFernando Villegas, Julio 15, 2021.]

Con respecto a este tema, la Palabra de Dios predice que antes de la instauración del reino milenial de Cristo habrá una conspiración (o cábala, o reseteo, o como quiera llamársela) mundial que pretenderá demoler la cultura judeo-cristiana tanto de occidente como del Medio Oriente. El leguaje bíblico es el siguiente:

¿Por qué se amotinan las gentes, 

 Y los pueblos piensan cosas vanas?

Se levantarán los reyes de la tierra,

Y príncipes consultarán unidos

Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:

Rompamos sus ligaduras,

Y echemos de nosotros sus cuerdas.

El que mora en los cielos se reirá;

El Señor se burlará de ellos.

Luego hablará a ellos en su furor,

Y los turbará con su ira.

Pero yo he puesto mi rey

Sobre Sion, mi santo monte.

Yo publicaré el decreto;

Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;

Yo te engendré hoy.

Pídeme, y te daré por herencia las naciones,

Y como posesión tuya los confines de la tierra.

Los quebrantarás con vara de hierro;

Como vasija de alfarero los desmenuzarás.

Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;

Admitid amonestación, jueces de la tierra.

Servid a Jehová con temor,

Y alegraos con temblor.

Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;

Pues se inflama de pronto su ira.

Bienaventurados todos los que en él confían” (Salmo 2).



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